sábado, 28 de agosto de 2010

Tunel del terror

Está oscuro, a lo lejos se puede vislumbrar una luz rojiza, pese a ello el color negro de la oscuridad lo rodea todo.
Cada vez somos menos personas, sé que antes había un grupo mayor de personas del que somos ahora. Simplemente quedamos dos personas y yo, un chico ataviado con una camiseta negra, de tez morena acompañado de una muchacha del mismo tono de piel y vestimenta blanca. Corren sin mirar atrás, tu presencia es su última preocupación.

Te sientes aterrorizado, la sensación agobiante de no sentirte seguro te corcome por todo el cuerpo como si de un martilleo constante en tu cuerpo se tratara. Avanzas a grandes zancadas y a la vez te sientes estancado en un mismo punto constantemente.

Grotescas criaturas te acechan, no puedes verlas pero puedes sentir su presencia. Te acechan, te observan, esperan tu más mínimo descuido para abalanzarse sobre ti, para atacarte. Parece que no existe un final, una salida a éste tunel de miedo y oscuridad. Tus compañeros en ésta desenfrenada carrera por la supervivencia ganan pasos por delante de ti haciendo caso omiso de tu aterrorizada huida.

Finalmente encuentras esa luz llamada salida, allí se encuentran todos los participantes en el viaje a través del tunel del terror. Se encuentran representados en su niñez. Sus padres vienen a recogerle. Entonces te das cuenta que la luz al final del tunel es mucho más aterradora que cualquier sombra al acecho. Se trata del mundo real.

Y lo más aterrador es que tu padre no vendrá a recogerte ante tan gran peligro, y que tu ya no eres un niño. Ya no eres invisible a las sombras. Perteneces al mundo real. Perteneces al metafórico tunel del terror