sábado, 14 de noviembre de 2009

Tiempus et vini

Las épocas y las distintas personas que participan de una manera u otra en nuestras vidas són como el vino. Ambas cosas tienen en común el tiempo como factor determinante de éstas. El tiempo es capaz de añadir un valor subjetivo, invisible e inexistente al principio.

El tiempo a una época de tu vida, es como el segundo, tercer, cuarto revisionado de cualquier película, producto televisivo. Gana con el tiempo. Incluso se dice que el ser humano va ganando conforme pasan los años, su físico va alcanzando las cotas correctas según las leyes de la naturaleza y aquello que reside en su interior va evolucionando de manera constante.

Lo mismo pasa con la muerte. Un concepto lleno de misterio y de paradojas, la mayor de las cuales reside en que ésta puede actuar a veces como un gran y complejo seguro de vida. Su misterio, oportunamente mezclado con el consiguiente dramatismo consigue crear un halo de misterio, de fantasía, de leyenda incluso en algunos casos.

Lo que pudieran haber sido grandes películas, exitosamente taquilleras sin más, se convierten en auténticas leyendas del celuloide. De no ser por que un ingrediente inesperado se coló en la efímera y complicada receta del éxito : La muerte.

Y eso nos pasa a la gente de a pie ajena al celuloide, que el tiempo sigue su curso ubicando el lugar y el momento idoneo para cada ocasión.

Somos incapaces de ver ante nuestros ojos grandes épocas, como una época sin más. Y en ocasiones, ni tan sólo sin más.